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domingo, 11 de junio de 2017

QUINTA audiencia del juicio a dos represores de la CNU La Plata

RELATOS DE CRÍMENES IMPUNES

En otra jornada del juicio a los represores Carlos “Indio” Castillo y Juan José “Pipi” Pomares cuatro testigos dieron detalles de tres hechos que recorren las tropelías de las bandas de la derecha peronista: los homicidios de 8 militantes del PST en la denominada “Masacre de La Plata”, los asesinatos de los dirigentes de la UNLP Carlos Miguel y Rodolfo Achem y uno de los últimos operativos realizados por la banda antes de ser detenida.

Por HIJOS La Plata

El primer testigo fue Juan Carlos Arias, ex militante de la Juventud Peronista que sufrió 6 meses de detención ilegal en dictadura como detenido-desaparecido en la sede de Infantería/Caballería de la Policía Bonaerense en calles 1 y 60 de La Plata. Arias aportó un dato central sobre la continuidad de la actuación de la CNU en plena dictadura, su propio secuestro, que fue además uno de los últimos hechos protagonizados por la banda de Castillo. Contó que entre la noche del 30 de abril y la madrugada del 1 de mayo de 1976 su casa de calles 55 entre 25 y 26 fue asaltada por un  grupo de 12 o 13 personas en 3 autos. Él había vuelto de una reunión política y vivía con su mujer y su hija en un departamento  al fondo de la casa de sus padres. El grupo armado se presentó como policía y golpeaba violentamente la puerta de la casa, ante lo cual su padre, que era retirado de la fuerza, quiso abrirles y salir. Él lo paró y primero dio una ojeada por la mirilla de la ventana. Allí reconoció a algunos personajes que sabía integrantes de la CNU en la ciudad: Castillo, Pomares, “El Misto” Gustavo Fernández Supera, Dardo Omar Quinteros, David Massota y el hermano del “Indio”, Héctor Castillo. Su padre llamó a la policía, que acudió en poco tiempo y se dispuso a desarmar a la banda. Ellos vieron por la ventana que no querían entregar las armas y mostraban credenciales. En ese momento llega el Ejército con camiones y camionetas y una vez apostados el encargado el Ejército llama a Castillo y hablan aparte. Entonces el del Ejército se dirige a Arias, le pregunta nombre y apellido, y le dicen su apodo “Vaca", y que queda detenido. A Arias lo subieron solo en una camioneta con personal del Ejército y a la banda en dos o tres camionetas militares aparte. Los llevan a todos hasta la Comisaría 5ta, y cuando va a bajar porque ve que todo el mundo baja, le dicen: "No, vos seguís de largo". Entonces lo tabican y lo llevan a Infantería.  
Aportando otro ejemplo de la connivencia del diario platense “El Día” con la represión ilegal, Arias aportó al tribunal copias de las notas aparecidas en el matutino los días 2 y 6 de mayo del ’76, donde se consignaba el operativo que realizó el Ejército y la detención de 14 integrantes de la CNU: Castillo, Pomares, Martín Sánchez, Ricardo Calvo, Gustavo Fernández Supera, Alfredo Lozano (policía), Dardo Quinteros, Antonio de Jesús, David Massota, Marcelo López, Roberto Storni (policía), Vicente Álvarez (policía), Antonio de Jesús, Rubén Pacenza (reducidor de autos), Carlos Giacobone (electricista y apoyo de la banda) y la familia del “Indio” Castillo. A algunos los detuvieron en la casa de Arias y a otros en operativos posteriores. “El Día” publicó parte de una conferencia de prensa del Coronel Roque Carlos Presti, titular del Regimiento 7 entre fines del ’75 y oct del ’77 que murió impune antes de la reapertura de estas causas. Pero resulta que nada se mencionaba en el decano de la prensa platense sobre la detención y desaparición del propio Arias, ni sobre el intento de violación de su domicilio. Quedaba en evidencia que, para abril o mayo del ’76, la soltada de mano a los represores de la CNU implicaba asumir plenamente la ejecución del plan de represión a las fuerzas armadas.
Arias contó que cuando estuvo detenido en 1 y 60 compartió cautiverio con Omar Ghiaccio, trabajador del hipódromo que le contó que en la sede del PJ todos sabían que al dirigente Domínguez, opositor en el hipódromo, lo andaban buscando los de la CNU para matarlo. Entonces le habían armado un lugar para que se quedara en el partido, pero el mismo día que se fue a la casa lo secuestraron y asesinaron. Ese homicidio es uno de los 4 que se les imputa a Castillo y Pomares en este juicio.
Por último, como muchos otros testigos afirmaron en el debate, Arias afirmó que volvió a ver a Pomares en la Municipalidad, porque el represor trabajó para la gestión del intendente Julio Alak, y en el caso de Arias fue concejal.


El segundo testimonio estuvo a cargo de Manuel Martínez, periodista y ex militante del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y compañero de los 8 militantes del partido asesinados en la denominada “Masacre de La Plata”, cometida por las bandas de la derecha peronista el 4 y 5 de septiembre de 1975 y que por defección de la justicia no forma parte de este juicio.
Martínez relató tres hechos previos a la masacre que dan cuenta de los ataques que sufrió el partido en distintos frentes de lucha. En principio recordó el ataque que la CNU realizó el 26 de noviembre de 1973 a las elecciones de centro de estudiantes de la Facultad de Arquitectura de La Plata, donde un grupo ingresó a los tiros al patio de la institución con el mismo modus operandi con que habían asesinado a Silvia Filler en la Facultad de Arquitectura de Mar Del Plata en diciembre del ’71. Ante ello, las agrupaciones estudiantiles de izquierda, el FAUDI y la JUP realizaron una asamblea que definió la toma del edificio por una semana y la expulsión de la CNU de la facultad. Varios ex estudiantes testigos de aquel ataque recuerdan que los CNU habían hecho pintadas en la facultad que decían “Ojo Bolches, CNU vigila” y otra en latín que rezaba “La universidad marxista está destruida”. Ese hecho de expulsión de Arquitectura de los CNU, que eran minoría en las facultades, y otro similar ocurrido en Humanidades, dejó expuestos a varios militantes referentes en esa lucha, como Adriana Zaldúa, integrante por la primera minoría del centro de estudiantes y dirigente de la Juventud Socialista del PST. Según Martínez, “Adriana quedó marcada como una dirigente importante del movimiento estudiantil”. Agregó que la posterior intervención de la UNLP fue sostenida por la CNU como organización y que “entraron para hacer un ajuste cuentas y transformar la universidad en un campo de concentración”.
Además, el testigo rememoró la voladura del local del PST ubicado en diagonal 77 esquina 3 de La Plata, que fue atacado con explosivos y quedó inutilizado. El hecho ocurrió en 1975, antes del asesinato de los militantes del partido. El tercer hecho que destacó fue la declaración de “persona no grata” de parte de la CGT La Plata al militante sindical Hugo Frigerio, que era referente de los estatales en el Ministerio de Obras Públicas -donde también trabajaba Adriana Zaldúa- y militante del PST. Frigerio había participado de la formación de las Coordinadoras Interfabriles de base que enfrentaron el plan económico del ministro de economía de Isabel Perón, Celestino Rodrigo. La conducción de la CGT local la ejercía el burócrata Rubén Diéguez, a la sazón secretario general de la UOM La Plata y de estrecha relación con el Gobernador Victorio Calabró, también ex dirigente de la burocracia sindical de Lorenzo Miguel en el gremio metalúrgico.
Sobre los hechos de la “Masacre de La Plata”, Martínez señaló que la noche del 4 de setiembre de 1975 cinco militantes del PST viajaban en auto a llevar una colecta solidaria con la huelga que se desarrollaba en la fábrica de Petroquímica Sudamericana (hoy Mafissa), cuando fueron secuestrados por un comando de las bandas de la derecha peronista.  Roberto “Laucha” Loscertales, obrero del Astillero Río Santiago, Adriana Zaldúa y Héctor Frigerio, trabajadora y delegado del Ministerio de Obras Públicas, Ana María Guzner Lorenzo, no-docente de la UNLP y la joven militante Lidia Agostini se dirigían hacia la localidad de Olmos para entregar el dinero recaudado en la universidad para el fondo de huelga. Pero nunca llegaron. Sus cuerpos acribillados aparecieron a la mañana del día siguiente en el paraje de La balandra, cerca de Punta Lara. Martínez recordó que desde el partido se organizó inmediatamente una campaña para denunciar el crimen, y él personalmente organizó los grupos de compañeros que debían volantear en ministerios y facultades. Pero del primer grupo que salió el 5 de septiembre del local de 8 y 54, pleno centro de La Plata, fueron secuestrados otros tres militantes: Oscar Lucatti, Carlos Povedano y Patricia Claverie. Un grupo provisto con armas largas que se movía con total impunidad en autos particulares los secuestró y horas después sus cuerpos aparecieron salvajemente asesinados en un descampado en las afueras de la ciudad.
El testigo recordó que junto a la hermana de Zaldúa y el apoderado del partido fueron a la casa de gobierno de la provincia a pedir una reunión con el gobernador Calabró o algún funcionario, pero no fueron recibidos: “la ciudad estaba en las manos de estas bandas que actuaron, por lo menos esos dos días, sin ningún problema. La opinión generalizada en La Plata era que actuaban en conjunto la CNU y las fuerzas de seguridad”, concluyó.
La causa por la “Masacre de La Plata” sigue en etapa de instrucción en el fuero federal con la sigla FLP 1400020/2011, y a más de 40 años de los hechos la justicia aún no ha completado la toma de declaración a los principales testigos de aquellos hechos.


A continuación Juan Rodrigo Miguel, hijo del dirigente de la Universidad de La Plata asesinado por la CNU Carlos Miguel, realizó una semblanza de la militancia de su padre que pudieron reconstruir con esfuerzo junto con su hermano.
Miguel fue estudiante de la facultad de Veterinaria de la UNLP y fundador en el ’66 de la Federación Universitaria para la Revolución Nacional (FURN), agrupación peronista donde desarrolló una militancia que luego derivó en la constitución de la denominada “Tendencia Revolucionaria” que aglutinó en los ’70 a todas las expresiones de la izquierda peronista. En Veterinaria Miguel desarrolló su carrera docente, llegó a ser secretario Académico de la facultad y luego fue nombrado Director del Departamento Central de Planificación de la UNLP. Desde 1973 fue parte del desarrollo y la implementación de lo que se denominó “Bases para la Nueva Universidad”, un impulso democratizador del ámbito académico que pregonaba la inclusión de los trabajadores organizados en la toma de decisiones de la institución.
Juan Rodrigo relató que con la llegada del gobierno de Calabró, en enero de 1974, comenzaron las tensiones entre las diversas facciones del peronismo en la universidad y se incrementaron los hostigamientos y amenazas a los integrantes de la “Tendencia”.  En ese contexto en varias asambleas la CNU amenazó directamente a su padre y a Rodolfo “Turco” Achem, Secretario de Supervisión Administrativa de la UNLP, militante Montonero y directivo de la Asociación de Trabajadores de la Universidad de La Plata (ATULP). Ambos dirigentes debieron vivir cambiando constantemente de domicilio y refugiándose en el gremio. El 8 de octubre de 1974, mientras iban en un auto desde la sede de ATULP (calle 44 9 y 10) a una reunión con dirigentes de la FUBA, fueron secuestrados y trasladados en autos sin patente por la ruta hacia Capital Federal. Sobre el Acceso Sudoeste, a la altura del arroyo de Villa Domínico, en Avellaneda, ambos militantes fueron asesinados y sus cuerpos arrojados a un descampado con varios impactos por la espalda y las manos atadas.
El 21 de noviembre de 1974 fue designado interventor de la UNLP Pedro Arrighi, un peronista ortodoxo que había sido gobernador de facto de Catamarca en los ’40 y venía de realizar la intervención en la Universidad provincial de Mar Del Plata entre marzo y abril del ’74. La Intervención, con el rector Francisco Camperchioli Masciotra a la cabeza desplazó de sus cargos a varios profesores identificados como "izquierdistas”,  cerró todos los centros de estudiantes a los que Arrighi consideraba “reductos de la subversión y la guerrilla" y paralizó la actividad académica por un año. El hijo de Miguel afirmó que el interventor designó a gente propia en la gestión tanto en La Plata como en Mar Del Plata: tal el caso de Eduardo Cincotta, miembro de la CNU y de los grupos de tareas del GADA 601 de Mar Del Plata, que murió impune en 2009 procesado en la causa por el CCD “La Cueva” de esa ciudad.
Esta tarea se realizó por orden de la gestión a nivel nacional del ministro de Educación de Isabel Martínez, Oscar Ivanissevich, que entre los meses de agosto del ’74 y ’75 se propuso “eliminar el desorden” en la Universidad y producir su depuración ideológica, tal como rezaba el “Documento Reservado” del Consejo Superior del PJ de octubre de 1973, que ordenaba “combatir a los infiltrados marxistas en todos los frentes y por todos los medios”. No es un dato menor que Arrighi reemplazó a Ivanissevich como ministro de Educación de la Nación.
Por último, el hijo de Miguel afirmó que cuando la UNLP le entregó el legajo de su padre encontró un documento de aquellos años donde el jefe de Asesoría Legal de la universidad recomendaba una investigación administrativa de los asesinatos de los dirigentes, pero la intervención de Arrighi decidió cerrar expediente.
Los asesinatos de Achem y Miguel, símbolo del ataque de la CNU a dirigentes y militantes en la UNLP, tampoco forma parte de este juicio, que con el correr de los testimonios va mostrando su carácter parcial y fragmentario.


El último testimonio fue el de Raquel “La China” Barreto, ex integrante de la dirección de ATULP, que amplió lo referido por Miguel hijo respecto a los ataques que sufrió el gremio y sus dirigentes en la gestión Arrighi/Ivanissevich, en particular la toma por asalto de la sede del sindicato en marzo de 1975 de parte de un grupo combinado de la CNU y la Policía bonaerense.
Antropóloga y ex jefa del personal no docente en la Facultad de Ingeniería de la UNLP, Barreto relató que tuvo una intensa actividad gremial en la universidad entre el ’71 y el ‘73, desarrollando bolsas de trabajo, tareas para mejorar el escalafón no docente y trabajos sociales varios con las distintas facultades. Dijo que desde muy jóvenes conoció a los integrantes del grupo nacionalista Tacuara, que cursaban en las escuelas católicas de la ciudad y eran conocidos en la vida social de la juventud platense, y que luego se integraron a la banda de Castillo y se distinguían por cantar “C-N-U, Bolches a Moscú”. Entre ellos mencionó a Eduardo “El Lobo” Urraza, Gastón Ponce Varela, Carlos “El Tano” Chiarizzia, Emilio Centeno Quiroga, Héctor “El Sordo” Arana, muchos de los cuales eran vecinos suyos de la infancia.
Relató que desde al año ’73 los hostigamientos y disolución de asambleas de parte de estos grupos eran habituales, ostentando armas y amenazando, lo que demostraba que tenían un poder político concreto, y ya desde el gobierno de Calabró afirmó que “eran mano de obra represiva junto a la policía bonaerense”.
La testigo recordó el ataque a la Facultad de Arquitectura, que también relató el testigo Martínez en la audiencia, y sumó otros episodios similares en asambleas en Física e Ingeniería y un hecho crucial ocurrido en el patio de Rectorado de la UNLP: durante una asamblea 3 integrantes de la CNU amenazaron de muerte a Achem: “Nuestras asambleas eran muy numerosas y ocupábamos los dos patios. El acto lo transmitía Radio Universidad, y en un momento entraron con sobretodo “El Misto” Fernández Supera, Pomares y “El Chino” Causa y subieron las escaleras gritando. Achem estaba hablando al micrófono y lo interrumpieron. Le gritaron: ‘¡Turco traidor, te va a pasar lo mismo que a Vandor!’. Estaban tan cerca del micrófono que el grito salió por los parlantes. Cuando algunos compañeros los trataron de seguir, les mostraron armas, bajaron por las escaleras y se fueron con total impunidad. A los 3 o 4 días asesinan a Achem y Miguel”.
Barreto afirmó que los compañeros le habían pedido al “Turco” que se fuera del país, y que hasta habían pasado el tema por asamblea en el gremio, pero no quiso abandonar la lucha. Luego del crimen de Achem y Miguel fueron desde el gremio a reconocer los cuerpos en una comisaría de Sarandí, y pudieron recoger testimonios de vecinos de La Plata que indicaron que habían sido secuestrados en autos Falcon en un operativo de “pinza”. También pudieron reconstruir que en el operativo habían participado Castillo, Pomares, Ponce Varela, Urraza, Arana, “El Misto” Fernández Supera, “Richard” Calvo, “El Boxer” Lozano y “Tony” De Jesús, entre otros. Supieron también que Ponce Varela, un barra brava de Estudiantes de La Plata que había participado de la masacre de Ezeiza y del golpe de Estado contra el gobernador Obregón Cano en Córdoba, se jactaba entre los suyos de tener como souvenir el anillo de Achem.
Además Barreto relató con lujo de detalles al asalto que sufrió la sede de ATULP de parte de la CNU para consumar la intervención de gremio, acérrimo opositor de Calabró e Ivanissevich que en septiembre de 1974 fue desafiliado por la burocracia de la CGT local. Recordó que “cortaron toda la manzana con las ‘chanchas’ de la policía bonaerense, con Falcons y Torinos sin patente y gente de civil. Destrozaron el sindicato: tiraron las bibliotecas, levantaron los pisos de madera buscando armas, arrancaron los inodoros y las bachas. Yo nunca había visto algo igual. Yo quise entrar a mi despacho a buscar mis cosas y “El Tano” Chiarizzia me amenazó con un arma por la espalda. Yo entré igual y cuando pasé por la puerta me gatilló”. Agregó que en el operativo estuvieron presentes la mayoría de los integrantes de la CNU, incluidos Pomares y Castillo, así como Héctor Darío Alessandro y Centeno Quiroga, jefe de seguridad de la banda, delegado del ministerio de Trabajo en La Plata y a partir de entonces interventor de ATULP.
Las consecuencias de la intervención fueron funestas: más de 400 trabajadores no docentes echados de la UNLP, decenas de exiliados, y el secretario general del gremio, Ernesto “Semilla” Ramírez, fue desaparecido en su casa de La Plata el 1 de abril de 1977.
Los crímenes de la CNU en La Plata son muchos más que los que tiene en cuenta en este juicio y están impregnados en la memoria social de la militancia platense de los ’70. La justicia ha decidido la impunidad de la mayoría de los asesinos de la banda y sin embargo pretende de los sobrevivientes la recordación de muchos crímenes impunes.

LAS AUDIENCIAS CONTINÚAN EL LUNES 19 DE JUNIO A LAS 10HS EN LOS TRIBUNALES FEDERALES DE 8 Y 51. PARA PRESENCIARLAS SOLO SE NECESITA SER MAYOR DE EDAD Y PRESENTAR DNI.

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